LOS NECESITAMOS

05.07.2022 22:28
            Son más que una fiesta. Siempre lo han sido. Son algo más que salir a divertirse, a beber, a bailar, a ligar, a comer. Los que somos de aquí y los amamos como si fueran parte de nosotros –porque lo son–, sabemos que nos aportan mucho más que unos días de diversión –para ello, sirven unas vacaciones cualesquiera–.
 
            Y estos dos últimos años, hemos sentido ese vacío que nos deja a los humanos una gran ausencia.
 
            Necesitamos su explosión de alegría desbocada. Esa capacidad de desconexión que nos ofrecen esos nueve días, dando un vuelco a nuestra ciudad para ser un lugar completamente diferente, pareciendo que viajamos a otro lugar.
 
            Necesitamos la transformación que provoca en las gentes de la ciudad, pasando de ser gente fría, preocupada y cerrada, a ser la gente más abierta, cariñosa y hospitalaria del mundo.
 
            Necesitamos los reencuentros, amistosos o familiares, que solo tienen cabida aquí y en estos días. Porque si se dieran en otro lugar o época del año, no serían lo mismo.
 
            Necesitamos los nervios de las semanas previas, donde todo tiene que estar hecho antes de esos días, y en las cuales no se habla de otro tema por las calles de la ciudad. Así como la taquicardia de la noche anterior, en la que nadie duerme bien del todo, como niños en la Noche de Reyes.
 
            Necesitamos los saludos tensos de cuando nos sentamos en la mesa del almuerzo. Todos erguidos, enredando con los cubiertos hasta que te sacan el plato, bebiendo a sorbitos cortos la cerveza o el vino. Concentrados, cual deportistas de élite justo antes de comenzar una gran final. Resoplando. Mirando al reloj.
 
            Necesitamos la liberación de esa tensión tras el Txupinazo, a modo de gritos y saltos de júbilo, abrazos, lágrimas, besos. Cual deportistas de élite, tras ganar esa gran final.
 
            Necesitamos la carne de gallina, los ojos húmedos y el escalofrío, solo por escuchar una canción, ver una imagen, vivir un instante. Son siempre la misma canción, la misma imagen, el mismo instante, pero aún y todo, volvemos a sentirlo de nuevo, año tras año.
 
            Necesitamos que el cuerpo vuelva a moverse solo al son de cualquier txaranga, siendo algo tan instintivo como el batir de las alas de un pájaro cuando quiere volar.
 
            Necesitamos la alegría, más instintiva todavía, de los niños, que no entienden ni saben por qué, pero disfrutan, se alteran, gritan, ríen y saltan, ante todos los estímulos que les ofrece la fiesta.
 
            Necesitamos dejar de pensar, Y VOLVER A SENTIR.
 
            Y necesitaba, –sí, en pasado–, escribir estas líneas para celebrar la llegada de los Sanfermines, otra vez, en lugar de para añorar su ausencia.
 
¡¡¡VIVA SAN FERMÍN!!!
GORA SAN FERMÍN!!!
Esta vez, sí:
¡¡¡YA FALTA MENOS!!!

            Charly Azanza