OSASUNA, MI PRIMER AMOR

24.10.2020 17:08

 

       

            Como decía Tom Hanks en Forrest Gump, “es curioso lo que uno puede recordar… porque yo no me acuerdo de cuando nací, ni recuerdo mi primer regalo de Navidad, ni tampoco sé cuándo salí de excursión por primera vez, pero…” yo sí recuerdo la primera vez que Osasuna entró en mi vida: fue a mis 6 años de edad, un 28 de Enero de 1989 y recuerdo que mi hermano mayor puso la radio para escuchar el Osasuna-Real Madrid que comenzó ganando Osasuna con gol de Pizo Gómez y que terminó suspendiéndose por los famosos petardos a Buyo… Recuerdo que al rato llegó mi padre de El Sadar, gastando mala hostia por la suspensión del partido… En ese día tan recordado –las televisiones, el Marca y el As han trabajado duro hasta hoy para que así sea– empezó a surgir mi osasunismo…
 
            La temporada siguiente es cuando me bauticé como osasunista, acudiendo a El Sadar por primera vez de la mano de mi padre para ver un Osasuna-Málaga que se saldó con un 2-0 para los rojillos, para seguir yendo durante años al Ángulo de Infantiles, con la txaranga de Marcilla y el emblemático Chiquilín animando a la chavalería. Años más tarde, en la 98-99, me confirmé como tal haciéndome socio, comenzando una intensa relación con el Club Atlético Osasuna que duraría hasta la temporada 2012-2013… Tras una juventud entera juntos –desde mis quince años hasta mis treinta–, mi pasión por el fútbol fue derivando en apatía, lo que provocó una crisis entre nosotros que terminó en mi no-renovación del abono… una especie de “no eres tú, soy yo… ya no tenemos nada en común”.
 
            Pero una vez escuché que al primer amor siempre se le quiere y hoy, día del centenario del que fuera el equipo de mis amores, lo puedo corroborar, viendo que todavía me emociono y me palpita el corazón al recordar aquel Gran Osasuna de mi infancia, con Don Fermín Ezcurra –q.e.p.d.– como presidente y Zabalza como entrenador. Ese Osasuna de mi infancia que me aportó mi primer ídolo, Jan Urban, el héroe del 0-4 del Bernabéu con un hat-trick –golazo desde el medio del campo incluido– y que ocasionó que mi madre tuviera que coserme un 7 a la espalda de mi camiseta rojilla. Aquel Osasuna también de Castañeda, los Larráinzar, JJ Pascual, Pepín, Merino, Martín González, etc, etc. Luego vendría el descenso del ’94 tras catorce años en la élite y el instantáneo Vamos a subir de la afición navarra… enseguida veríamos que no sería tan fácil.
 
            Como he comentado, en el ’98 comencé mi idilio con el Club –escuche el lector la canción My Girl para sentir los hitos rojillos que paso a rememorar– y con él, llegó el ansiado ascenso del 2000 –¡¡gracias, Lotina!!–, a mis 17 años, fiesta que tuvo su víspera en aquel histórico desplazamiento de siete mil osasunistas a Gijón y el empate in extremis de Iván Rosado con su espuela. Una semana después, vivimos un final de infarto remontando frente al Recre, y en cuya invasión de campo pude abrazar a Mateo y pedirle la camiseta –Mateo, todavía la estoy esperando–. Después llegaron los años de sufridas permanencias como la de Anoeta,  partidos a vida o muerte contra el Real Madrid –como aquel 3 – 1 con golazo de Rosado de volea, vapuleando a los Galácticos de Zidane y Raúl en su centenario–. De ahí, tuve la fortuna de vivir los gloriosos años de Aguirre –la cúspide de la relación, sin duda–, en los que nunca olvidaré hitos como el 0-3 en el Bernabéu; la histórica final de Copa que pude vivir en el Calderón a mis 22 años, en la que tocamos el cielo con las manos tras el soberbio testarazo de Aloisi; nuestro año de ensueño en el que el mexicano nos dejó en plaza de Champions para volver a tocar y besar el cielo frente al Hamburgo –¿algún osasunista no recuerda la última jugada con Webó quitándole al Gran Savo Milosevic un balón que llevaba su nombre? –; y como colofón, aquel año de UEFA en el que llegamos juntos a semifinales tras aquel golazo de Nekounam en el ‘119 frente al Girondins y en el que el viaje a Leverkussen y su 0-3 siempre será mi luna de miel con Osasuna. Luego volvieron de nuevo las permanencias in extremis que nos dejaron recuerdos como aquella remontada contra el Sevilla (2-1) con el Puñalazo de nuestro Gran Capitán para empatar y creer en la victoria que nos dio el gol de Cejudo… Aquello fue en la 2012/13, me hizo volver a sentir aquello que solo puede sentirse siendo rojillo, pero la decisión estaba tomada… mi pasión por el fútbol no era ni la sombra de la que era y nuestras vidas debían tomar caminos diferentes… Como he dicho al principio, del primer amor siempre queda algo en lo más hondo de ti y siendo así, desde la distancia, sufrí el descenso de 2014, la agonía de Sabadell, celebré el inesperado ascenso al año siguiente de mano de la Bruja de Campanas, y cómo no, vibré con el increíble retorno a Primera del Arrasate Team.
 
            Porque por más que la vida nos aleje, nunca hay que olvidar –y menos en el día de su centenario, un centenario tan tristemente frío y atípico– que Osasuna somos todos los navarros que alguna vez nos hemos emocionado con nuestro equipo, socios, ex-socios y aficionados de toda índole;  Osasuna es el Roble montañés y el vino de la Ribera; Osasuna es Navarra, es Nafarroa; Osasuna es euskera y es la Jota; Osasuna son los Sanfermines con la afición rojilla cantando el Vals de Astráin; y los Sanfermines son Osasuna, con las peñas entonando canciones osasunistas; Osasuna es Tajonar; Osasuna es Iriguíbel-Martín-Echeverría; Osasuna es El Sadar; Osasuna es el color rojo pasión, el mismo que lucimos en el pañuelico; Osasuna es Palacios lanzando el txupinazo en el 2000; Osasuna es estar con la familia; Osasuna es el patxaran antes del partido; Osasuna es Patxi Puñal, al que no podrán parar; Osasuna es la Plaza del Castillo teñida de rojo esperando a la plantilla; Osasuna es el gol de Aloisi en el Calderón o el de Flaño en Sabadell; Osasuna es un bocadillo de txistorra para el descanso; Osasuna es el antidisturbios amenazándote en el tren “Como ze paze de graziozo, ze queda zin ver el partido”; Osasuna son los peajes de Zuasti e Imárcoain batiendo records de afluencia cuando se acerca un partido en El Sadar; Osasuna es el león de su escudo en los chistes de Oroz; Osasuna es el Yo no bajo; Osasuna es el Volveremos; Osasuna es Oier y Roberto Torres; Osasuna es un equipo valiente y luchador; Osasuna es el escudo bordado en el pañuelico; Osasuna es bajarse en masa del tren en Atocha gritando “¡¡Se nota, se siente, Iruña está presente!!”; Osasuna es la bufanda roja y azul marino que te cosió tu abuela cuando eras niño; Osasuna es sufrir al final de la temporada; Osasuna es sufrir para sus rivales cuando vienen a Pamplona; Osasuna es un coche matrícula Navarra en tierra hostil; Osasuna es SALUD, y por eso, desde el deseo de que el nuevo Sadar pueda teñirse de rojo por su afición cuanto antes:
 

OSASUNA!!!

¡¡¡FELICIDADES ROJILLOS!!!

ZORIONAK GORRIAK!!!

           Charly Azanza